miércoles, 3 de agosto de 2011

MI TÍO PACO

MI TÍO PACO

Mi tío Paco tuvo un mal final. Mi tío Paco encontró la manera de fabricar espejos para el alma (para el alma nada menos), y se creyó que por eso le iban a dar el Premio Nobel de Física; y hasta a lo mejor más de un año. Animado por esa idea, propuso a sus vecinos convidarles para una merienda, y de paso que probaran su invento.

Mi tío Paco se creyó que así le iban a admirar todos muchísimo, y que de ahí al más grande de los éxitos apenas había un paso. Pero qué va: cuando los vecinos de mi tío vieron el resultado del invento en ellos mismos, cayeron en un inmediato episodio de histeria colectiva: lo lincharon, lo descuartizaron y lo quemaron; todo eso por indeseable, por cabrón y por maligno.

Cómo será la cosa que hasta en mi misma familia, cuando a cualquier pasajero algo enterado le da por preguntarnos, siempre le contestamos que nunca, nunca hemos tenido tenido un tal tío Paco; pero nunca, vamos.