MI TÍO PACO
Mi
tío Paco tuvo un mal final. Mi tío Paco encontró la manera de fabricar
espejos para el alma (para el alma nada menos), y se creyó que por eso
le iban a dar el Premio Nobel de Física; y hasta a lo mejor más de un año. Animado por esa idea, propuso a sus vecinos convidarles para una merienda, y de paso que probaran su invento.
Mi
tío Paco se creyó que así le iban a admirar todos muchísimo, y que de
ahí al más grande de los éxitos apenas había un paso. Pero qué va:
cuando los vecinos de mi tío vieron el resultado del invento en ellos
mismos, cayeron en un inmediato episodio de histeria colectiva: lo
lincharon, lo descuartizaron y lo quemaron; todo eso por indeseable, por
cabrón y por maligno.
Cómo
será la cosa que hasta en mi misma familia, cuando a cualquier
pasajero algo enterado le da por preguntarnos, siempre le contestamos
que nunca, nunca hemos tenido tenido un tal tío Paco; pero nunca, vamos.