A mí me tocó el destino de ser repipi. La gente se piensa que ser repipi es cosa de algunos niños, y que luego se pasa.
Pues
no; a mí me tocó ser repipi, y repipi voy a ser hasta el día en que me
muera. Claro, de esto se da uno cuenta a lo mejor madurando, pero es
que a mí esa madurez me debe de haber llegado demasiado tarde a efectos
prácticos. Y ya, pues paso.
Es decir, que veo yo que si me pongo en que he sido un repipi siempre, entiendo ahora casi todas las reacciones que he visto de la gente con respecto a mí -unas buenas y otras malas- a lo largo de toda mi vida.
En
fin, que lo mismo que decía Juncal ("tiene huevos eso de que te toque
un toro toreao"), yo digo: "tiene huevos que te toque el destino de ser
un repipi".