miércoles, 22 de junio de 2011

FELICIDAD QUE MATA


Salí del trabajo, me puse el casco, arranqué la moto y ¡hala!, pa casita. Iba algo distraído cuando de pronto se me vino: "'ño, he pillado todos los semáforos en verde". Pillé abiertos todos los semáforos; abierto pillé el tembloroso portalón del garage; abierta la puerta del ascensor... Lo entendí. Abriendo la puerta de mi casa, dejé el casco y me tiré por la ventana. Sabía que nunca más volvería a serme todo tan propicio, que nunca podría ser más feliz. Así que me fui.


10 comentarios:

Azrael dijo...

xDDDDDDDDDDDDDD buenísima joder. A veces yo también me siento así.

Anónimo dijo...

Y QUE ES LO QUE USTED ESPERABA?,
AYER ERA SAN INOCENCIO.

PÓH PIJO, HAY QUE ESTAR MAS AL DÍA.

POR CIERTO ¿QUE ES LO QUE SENTÓ?

elmudo dijo...

He añadido la versión corta, para un concurso. :))

Anónimo dijo...

Una duda me asalta... Dada la idea de permeabilidad que se desprende del relato, ¿la ventana estaba abierta?

elmudo dijo...

Ya es la segunda vez que me lo preguntan: es una buena pregunta, creo yo.

Anónimo dijo...

Pero estaba abierta o no?
No puedo vivir sin la respuesta

elmudo dijo...

Ni yo, vaya por dios.

Anónimo dijo...

Después de leer estos comentarios, creo saber lo que nos separa de la muerte.
En el siguiente lo revelaré.

Anónimo dijo...

Lo que nos separa de la muerte es el CONTINUO ESPACIO-TIEMPO.

elmudo dijo...

Y a usted, señor anónimo, lo que le separa de la idiocia también es un contínuo.