martes, 11 de agosto de 2009

En la peluquería


Quiero y queréis que se escriba con flores

El asco que se pudre entrando (entrante) por mis ojos

Y saliendo como mierda (come mierda) por mi boca.

Cosa que al fin sale, dios sabrá por qué,

Como un aliento cualquiera. Podrido, pero cualquiera.

Quiero y habéis querido

Que aquí no reine más que la miseria.

Pero no por compasión ni compromiso, qué va,

Sólo por falta de entrega: total, por uno ¿qué más da?

“¿Entregarte, comprometerte, decir lo que piensas?

¡No hombre no, no sea que por esforzarte

Toquen tus zapatos la mierda!

Lo mejor es que, entre nosotros, digamos:

“Pobrecito/a ¿cómo habrá perdido tanto la cabeza?”

Pero claro, la pregunta es retórica:

Saberlo no me interesa, que si me entero igual no llego a viejo

Y las cifras de mis análisis dejan de ser buenas

Que cualquier cosa te da estrés ¡uy!

Y el azúcar se te dispara que no veas.

Que no, que no. Mejor voy a ser respetuoso:

Yo, comprensivo, le respeto, porque todo el mundo sabe

Que tiene derecho a pensar como quiera,

A decir lo que quiera, aunque, pobre,

Lo tengamos por loco ¡Qué cosas, pobre,

Tan desagradables piensa!

Él solito se aleja de nosotros

Sin darse cuenta. Pobrecito.

¡Qué cosa tan rara que él no sienta

Este calorcito que te llega, tan rico

Desde el secador a la cabeza!”

No hay comentarios: